Nacimos de una necesidad. Con un Sonorense fuera de casa, con las manos inquietas, con el paladar entrenado por generaciones de cocina norteña, y con el deseo de hacer algo real. Entre fermentos, errores, descubrimientos y fuegos controlados, fuimos encontrando el camino. Primero en casa, luego en la cocina de alguien más, luego con una olla prestada, bazares, en festivales, y después… en la mesa de quienes saben reconocer lo hecho con el corazón.
Lo nuestro no es una salsa. Es una forma de entender el sabor, el proceso y el respeto a cada ingrediente. No usamos conservadores, ni colorantes, ni caminos fáciles. Hacemos las cosas como nos enseñaron nuestras abuelas: con tiempo, con fuego lento, con las manos.
Hoy somos un equipo que se fue formando sobre la marcha, entre amistades, cuñados, y personas que llegaron a sumar desde la pasión. Hacemos salsas, sí. Pero también hacemos comunidad, memoria, y un poquito de rebeldía.
Nacimos de una necesidad. Con un Sonorense fuera de casa, con las manos inquietas, con el paladar entrenado por generaciones de cocina norteña, y con el deseo de hacer algo real. Entre fermentos, errores, descubrimientos y fuegos controlados, fuimos encontrando el camino. Primero en casa, luego en la cocina de alguien más, luego con una olla prestada, bazares, en festivales, y después… en la mesa de quienes saben reconocer lo hecho con el corazón.
Lo nuestro no es una salsa. Es una forma de entender el sabor, el proceso y el respeto a cada ingrediente. No usamos conservadores, ni colorantes, ni caminos fáciles. Hacemos las cosas como nos enseñaron nuestras abuelas: con tiempo, con fuego lento, con las manos.
Hoy somos un equipo que se fue formando sobre la marcha, entre amistades, cuñados, y personas que llegaron a sumar desde la pasión. Hacemos salsas, sí. Pero también hacemos comunidad, memoria, y un poquito de rebeldía.
En Dr. Spicy también cocinamos con el calendario, el antojo y la emoción del momento.
Así nacen nuestras salsas de temporada: ediciones limitadas que aparecen cuando tienen que aparecer,
hechas con ingredientes frescos, combinaciones inesperadas y toda la actitud de lo que no se repite igual dos veces.
Algunas ya son leyenda, como:
Soltamos esta bomba. Picante, directa y con punch.
Menos fuego, más flow. Ideal pa’ los que se inician… o pa’ los que aman el equilibrio.
Dulce que pica. Amor en conflicto. Nuestra versión líquida de una relación intensa.
La historia de Dr. Spicy no empezó con planes de negocio, etiquetas diseñadas o un local propio. Empezó en medio del desorden: una cocina prestada, un refri lleno de ingredientes, y la necesidad de transformar una pausa forzada en algo vivo.
Entre chiles frescos, frutas maduras y tarros de vidrio, comenzaron los primeros experimentos. La fermentación no era solo técnica, era una forma de resistir el aburrimiento, de reconectar con algo más profundo: el sabor como lenguaje. Aprendimos a observar, a esperar, a respetar lo que ocurre cuando el tiempo y la naturaleza hacen lo suyo. Cada intento traía una lección.
Cada receta que llega a tus manos es el resultado de prueba y error, pero también de intuición, de historias cruzadas y de ganas de compartir. Nuestra cocina se volvió punto de encuentro: amistades, cuñados, chefs invitados, y gente que creyó en el proyecto cuando aún cabía en una mochila.
No seguimos modas ni fórmulas. Seguimos la nariz, la memoria y la lengua. Creemos en lo que pica bonito, en lo que despierta, en lo que acompaña sin opacar. Y sobre todo, creemos en lo que se hace con ganas y sin prisa.
La historia de Dr. Spicy no empezó con planes de negocio, etiquetas diseñadas o un local propio. Empezó en medio del desorden: una cocina prestada, un refri lleno de ingredientes, y la necesidad de transformar una pausa forzada en algo vivo.
Entre chiles frescos, frutas maduras y tarros de vidrio, comenzaron los primeros experimentos. La fermentación no era solo técnica, era una forma de resistir el aburrimiento, de reconectar con algo más profundo: el sabor como lenguaje. Aprendimos a observar, a esperar, a respetar lo que ocurre cuando el tiempo y la naturaleza hacen lo suyo. Cada intento traía una lección.
Cada receta que llega a tus manos es el resultado de prueba y error, pero también de intuición, de historias cruzadas y de ganas de compartir. Nuestra cocina se volvió punto de encuentro: amistades, cuñados, chefs invitados, y gente que creyó en el proyecto cuando aún cabía en una mochila.
No seguimos modas ni fórmulas. Seguimos la nariz, la memoria y la lengua. Creemos en lo que pica bonito, en lo que despierta, en lo que acompaña sin opacar. Y sobre todo, creemos en lo que se hace con ganas y sin prisa.
Queremos que lo que comes sea real. Queremos volver a lo esencial, sin químicos ni inventos. Queremos que el sabor te sorprenda, te despierte, te conecte.
porque este camino se camina lento, pero firme.
por el ingrediente, por el proceso, por la tierra y por quien lo va a probar.
porque no hay nada que esconder cuando haces las cosas bien.
porque lo hecho a mano tiene alma.
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